Entrevista al Gran Maestro Malagueño de Ajedrez Ernesto Fernández Romero


Entrevista del Periodista Sergio Caballero de la Revista Digital de la Consejería de Educación, al Gran Maestro Malagueño de Ajedrez, Ernesto Fernández Romero





tablero familiar


El Gran Maestro de ajedrez Ernesto Fernández Romero (Málaga 1983) ha sido campeón de Ajedrez en todas las categorías de Andalucía y cuenta con numerosos premios tanto a nivel nacional como internacional. Además es muy reconocido por su labor como entrenador de élite y jóvenes promesas.
Miembro activo de la asociación Ajedrez Social de Andalucía. Monitor superior y árbitro autonómico FADA, está especializado en el campo de la didáctica del ajedrez y de sus usos sociales. Forma parte del Equipo de Coordinación Pedagógica del programa educativo aulaDjaque de la Junta de Andalucía

El GM Ernesto Fernández Romero (Málaga, 1983) me cita en su casa, en el popular barrio de El Perchel, el sábado por la tarde. El resto del tiempo lo tiene ocupado entre dar y preparar clases. Tania, su novia, se está preparando para trabajar en el turno de noche de unos grandes almacenes. A través de la cocina, donde Tania nos ha preparado algo para picar, llega el estruendo producido por los ocupantes de un piso turístico. Nadie parece saber que aquí vive una estrella del ajedrez.
¿Cómo y cuándo empezaste en el ajedrez?
Empecé jugando con mi padre. Él movía las piezas y hacia los 6 o 7 años nos enseñaba a jugar, tanto a mí como a mis hermanos y hermanas (somos 6 en total). Jugábamos en un tablero magnético plegable - que aún conservo – de esos en los que las piezas se guardan dentro.Mi padre me ganaba casi todas las partidas, y teníamos una regla: el que perdía tenía que guardar las piezas. Como yo nunca quería someterme a ese castigo, siempre le pedía a mi padre jugar otra partida, y otra y otra, hasta que ganaba.
Parece que tu padre sabía cómo motivarte…
(Ríe). Sí, con esa regla tan sencilla mi padre consiguió que jugara muchas partidas, y como una serie de derrotas acababa con una victoria... era mi padre el que tenía que guardar las piezas, era divertido.

2 (2.jpg)Ernesto Fdez. jugando con su padre

Foto de familia (3.jpg)“Tanto mi padre como mi madre siempre me han motivado y apoyado mucho. Han sido y son muy importantes”

Comenzaste a recibir clases con el GM Giorgadze en aquélla mítica Escuela Municipal de Málaga...
Sí, en mi colegio no había clases de ajedrez (entonces no era habitual que hubiera ajedrez en los colegios) y la Escuela Municipal está muy cerca de casa. La Escuela Municipal era el centro neurálgico del ajedrez en Málaga. Por allí acudían grandes jugadores como Francisco Pariente, Muñoz Moreno, Jota Jota, Bernabé, Manolo Ruíz…  todos en torno a Tamaz Giorgadze, un fuerte Gran Maestro georgiano que, tras la crisis de la Unión Soviética, había recalado en Málaga.
Tamaz debió ver algo en mí y comenzó a entrenarme, para lo que me daba libros rusos de ejercicios, y no podía molestarle hasta que no los hubiera resuelto. Si iba a preguntarle algo antes de haberlos terminado, no me respondía y me decía que volviera cuando tuviera los ejercicios resueltos. Aquello me enseñó desde el principio que, para progresar en ajedrez, necesitaba una gran capacidad de trabajo y una disciplina espartana.
GM Tamaz Giorgadze (4.jpg)GM Tamaz Giorgadze.

Una vez Tamaz te echó de clase…
(Ríe). Yo era muy pequeño, tenía 7 años, y él me había puesto en el tablero un problema que yo no conseguía resolver. Entonces Tamaz, muy serio, en su característico español, me dijo: “tú no ve, tú levanta” (ríe de buena gana). Yo me asusté porque pensé que me estaba echando, que mi carrera en ajedrez había terminado. Pero lo que Giorgadze me estaba diciendo es que yo no lograba ver la solución al problema porque era tan pequeño que no alcanzaba a ver las piezas al otro extremo del tablero desde la silla, y que cuando eso me pasara, que me levantara. Me siguieron dando clase hasta que se fueron de Málaga. Por entonces, con 8 años, ya había participado en mi primer torneo, donde logré 9/9 puntos.

Cosechando triunfos junto a Manolo Ruiz y Daniel Paz (6.jpg)Cosechando triunfos, junto a Manolo Ruiz y Daniel Paz.  

¿Dónde fuiste entonces?
Al Club Ajedrez Miraflores, donde recibí clases de Paco Pariente, quien me enseñó muchas aperturas. Luego pasé a recibir clases de Manolo Ruíz, que nos daba clase a Daniel Paz y a mí. Daniel Paz era tres años mayor que yo y más maduro ajedrecísticamente, lo que me sirvió para aprender mucho. Manolo Ruiz no me enseñaba truquitos para ganar a niños con aperturas dudosas, sino que me enseñó qué y cómo estudiar y competir: me insistía en que para progresar de verdad debía jugar las mismas aperturas que jugaban los Grandes Maestros de la élite aunque eso implicara estudiar mucho más y mucho más seriamente y jugar fuertes torneos fuera de Málaga.

Ernesto estrecha su mano al GM Manolo Rivas (7.jpg) Ernesto estrecha su mano al GM Manolo Rivas
Luego gané una partida al GM Manolo Rivas en una competición del circuito malagueño de ajedrez semirrápido...Tras insistirle mi familia para que me entrenara, él accedió a condición de que fuera yo quien se desplazara (él vivía en Marbella). Así que cada viernes tomaba un autobús a Marbella, donde permanecía en casa de Manolo y su madre hasta que volvía el domingo por la noche. Era aún tan pequeño - tenía 13 o 14 años -  que el GM Manolo Rivas incluso me acompañaba hasta la estación de autobuses.
O sea, que no solo en fútbol se hacen este tipo de sacrificios…
Ni mucho menos, además ya sabes que el ajedrez es un deporte muy dado a los sacrificios (ríe). En Marbella íbamos todos los días al bar Metro, la casa madre del ajedrez en Marbella (el exitoso club local se llama Ajedrez Metro Club por aquel lugar), con Juan Luís Quesada, a quien tengo mucho cariño. Allí solían acudir Grandes Maestros, y yo jugaba contra ellos. Recuerdo que una vez Miguel Najdorf apareció por allí. Con Rivas no tenía unas sesiones de entrenamiento estructuradas, aunque probablemente es el entrenador que más me marcó. Resolvíamos estudios, que Rivas siempre veía antes que yo, me analizaba las partidas… era la época del Informator, el tablero de madera y el cigarro (ríe). Los ordenadores apenas comenzaban a utilizarse pero también los fuimos incorporando.
¿Por eso no jugaste el Campeonato de España sub-12?
No lo sé. La verdad es que yo no sabía que existía un Campeonato de España sub-12. Tienes que entender que entonces el ajedrez no estaba tan organizado como ahora…
…pero Manolo no podía ignorar que existía ese Campeonato...
(Piensa) Sí, Manolo me enseñaba pero también cuidaba de mí competitivamente. También lo hacía mi padre: recuerdo que, tras cada partida de competición que jugaba, independientemente del resultado me regalaba una tortuga ninja rellena de Lacasitos. ¡Tengo una colección completa! (Ríe). Quizá Manolo no quiso que sintiera presión, ya que habría sido uno de los favoritos. Lo cierto es que el año siguiente, cuando yo tenía 13 años, por consejo de Manolo disputo el Campeonato de España Cadete (sub-16), por lo que no soy favorito y no tengo demasiada presión. Llego a jugar en la mesa 1 en las rondas centrales del torneo y acabo en un meritorio 20º puesto. Con 14 años, aunque puedo jugar el Campeonato de España Infantil (sub-14), me volví a inscribir en el Cadete, ¡y lo gané!
¿Esa fue tu explosión definitiva?
Sí, esa victoria me lleva al Campeonato de Europa por edades (European Youth Chess Championship), mi primera competición internacional, celebrado en Tallin, Estonia, en 1997. Aunque tenía 14 años, al haber ganado el Cadete, no podía jugar el sub-14, sino el sub-16. Me sirvió para aprender mucho porque me encontré una oposición muy fuerte (aquel año ganaron jugadores de renombre como Radjabov, que ganó el sub-10, o Ana Matnadze, que ganó el sub-14 femenino). Luego, aún con 14 años jugué el Campeonato de España Juvenil (sub-21).
¿Qué Elo, la obsesión de cualquier ajedrecista que se precie, tenías por entonces?
Aproximadamente, 2380. Pero hay que tener en cuenta que entonces no había tantos torneos, ni coeficiente corrector k=40. El Elo era generalmente más bajo que ahora, pero más sólido, más representativo.
Había menos torneos, pero por eso mismo eran más fuertes, ¿verdad?
Claro. Recuerdo haber jugado los Abiertos de Linares y Úbeda, en los que de 200 jugadores, ¡había 115 titulados! En ellos obtuve buenos resultados, como por ejemplo mi victoria sobre el Armenio Ashot Anastasian, que a la sazón era el Campeón Absoluto de Europa, por lo que subí mi Elo más aún, y me llamó el GM Jesús de la Villa, Director Técnico de la Federación Española de Ajedrez (FEDA), para entrenar con él. Ésta ya es otra época y trabajamos a través del ordenador y con módulos, casi como ahora. Bajo su auspicio consigo muchas invitaciones a torneos y obtengo mis normas y mi título de Maestro Internacional (MI).

Ernesto con Paco Vallejo y Miguel Navarro (10.jpg) Ernesto con Paco Vallejo (izq.) y Miguel Navarro.

¿Cuándo conoces al GM Francisco Vallejo?
Competía con él con frecuencia, ya que él es solo un año mayor que yo y éramos los más pequeños en casi todos los torneos. En el Campeonato del Mundo sub-18 de Oropesa del Mar del año 2000, que Vallejo gana, en la última ronda él jugaba en mesa 1 y le bastaban las tablas  -  que logró - para ser campeón, y yo necesitaba ganar en la mesa 5 o 6 para quedar cuarto, pero pierdo y quedo 15º. Yo tenía 17 años y aún me quedaba un año para competir en ese torneo, cuya nómina incluía, aparte de al propio Vallejo, Miguel Navarro y a mí (españoles), a jugadores de la talla de los GM Teimour Radjabov, Alexander Grischuk, Ruslan Ponomariov, Lázaro Bruzón, Leinier Domínguez, Arkadij Naiditsch, Étienne Bacrot, Levon Aronian… es decir, a la actual élite, exceptuando los que aún no habían nacido.
Por esa época te pasó una curiosa anécdota con el GM Pérez Candelario…
(Ríe). Sí, fue curiosa. En el Campeonato de España Juvenil hago tablas con él y ambos acabamos la competición con todas nuestras partidas disputadas ganadas, salvo las tablas de nuestro enfrentamiento común. El ganador del torneo accedía a jugar el Campeonato Mundial Juvenil que ese año se celebraba en India. Para dilucidar el ganador, se procede a sortear el orden de los desempates. Yo le ganaba en dos de tres y él a mí en el restante. Yo mismo tomo la bolsa donde están las bolas que decidirán el orden de los desempates… ¡y saco la única bola que le favorece! La verdad es que me alegré mucho por él porque somos de la misma edad y éramos y somos muy buenos amigos, pero me dolió. Afortunadamente, luego pude ir a 4 Mundiales en Oropesa del Mar y 4 Europeos a través de la FEDA.
¿Cuáles son los sitios más pintorescos en los que has jugado?
Bueno, no sé si pintorescos, pero el mismo año fui de lo más frío a lo más caliente. Jugué en Moscú e, inmediatamente después, en Cuba.
Cuéntanos qué te pareció el Club Central de Moscú.
(Ríe). En Moscú fuimos a visitar el Club Central de Moscú. Un taxi nos dejó en la dirección indicada, donde una placa honra la memoria de Botvinnik. Entramos y, tras atravesar varios corredores desiertos, con molduras y opulentos cortinajes al estilo ruso, llegamos a una sala repleta de los mejores Grandes Maestros soviéticos, jugando partidas rápidas y analizando. El Olimpo en versión soviética.
¿Y qué tal te fue en Cuba?
En Cuba había una serie de torneos, una especie de circuito en el que los mismos jugadores participábamos en cada torneo. El primero que jugué fue el Memorial Capablanca, donde quedé penúltimo en el B. Los cubanos decían que me estaba aclimatando, haciéndome a sus costumbres: calor, comida, tableros verdes, piezas moradas, y el público encima. Creo que tenían razón, porque gané el siguiente torneo, en Santa Clara, donde éramos los mismos jugadores que en el Memorial Capablanca.
¿Por qué te sientes más reconocido y querido en Sevilla que en Málaga?
Pues… hubo unos años en que fiché por equipos de fuera de Málaga, como el Círculo de Labradores de Sevilla, Cofiman y Tiendas UPi de Jaén, porque soy un profesional y tenían un gran proyecto. Esto me trajo algo de conflicto en Málaga. En Sevilla siempre me he sentido muy cómodo. Joaquín Espejo ha sido mi padrino como organizador y siempre me invitaba a sus torneos.
Y, generalmente, consigo dar lo mejor de mí mismo donde más apoyado me siento, por lo que conseguí sendas normas de GM en el Open de Sevilla y en el torneo de Dos Hermanas. Ya tenía una de un cerrado organizado por tiendas UPi en Mancha Real (Jaén). También ese año, 2004, el Campeonato de España se celebró en Sevilla y llegué a semifinales, donde caí contra un mucho más experimentado GM Miguel Illescas, que a la postre se proclamaría Campeón.

En la sala de trabajo

Tenías tres normas de Gran Maestro, sin embargo, no has conseguido el título de Gran Maestro hasta agosto de 2017. ¿Qué pasó?
Bueno, para conseguir el título se necesitan tres normas y un Elo de 2500. Yo tenía 2471, y a raíz de mi actuación en el Campeonato de España de 2004 la Federación me sugiere que me van a convocar para jugar la Olimpiada de Ajedrez, que es el torneo más atractivo para cualquier ajedrecista. Ese año se celebraba en Calviá y la Federación Española llevó tres equipos, pero a mí me dejaron fuera finalmente. Y esa exclusión me supuso un golpe psicológico brutal, yo sabía que alcanzaría el título de GM pero no cuándo volvería a tener la posibilidad de jugar una Olimpiada y, de hecho, no he jugado ninguna, lo que es una de mis mayores frustraciones profesionales. También me desmotivé mucho para la competición, al punto de que mi Elo cayó hasta 2380, que era el Elo que tenía 7 años antes, con 14. A la vez, al surgir ciertas discrepancias con la Federación Española, también me invitaban a menos torneos, y al jugar menos mi estado de forma se resentía. En los últimos años he jugado menos porque me he volcado en mi faceta como entrenador, llegando a sentir alegrías impresionantes con los éxitos de mis alumnos. También estoy dedicando mucho tiempo a comentar ajedrez en directo, realizar videos para webs de ajedrez… y por eso ha llevado años conseguir el Elo de 2500.
¿Están resueltas esas desavenencias con la Federación Española?
Absolutamente. Ahora participo en la formación de jóvenes talentos a través de internet para la Federación, los acompaño a Europeos y Mundiales...
Actualmente eres el entrenador del GM Paco Vallejo, el mejor jugador español. ¿Cómo es entrenar con él?
Bueno, hago también hace unos diez años la tecnificación de la Federación Andaluza, y entreno a otros grandes talentos como el MI marbellí Lance Henderson. La verdad es que entrenar con Paco es muy divertido, por ejemplo alguna vez en que Lance ve un ejercicio antes que él, Paco se pica. Somos amigos desde pequeños y a veces acabamos jugando partidas rápidas y pegándonos palos, pero normalmente el trabajo que hago requiere mucha meticulosidad y horas de análisis delante del ordenador.
Recuerdo que el día que conseguiste el Elo que te acreditaba definitivamente como Gran Maestro, me escribiste muy contento. ¿Es el momento más feliz de tu carrera?
Sorprendentemente, no. Conseguir el título me supuso una sensación de liberación y ciertamente me produjo mucha alegría por la gente que me rodea, que siempre me han apoyado. El título era casi más importante para ellos que para mí. De hecho, recuerdo que conseguir la tercera norma de MI me produjo más alegría que el título de GM. Pero los momentos más felices de mi carrera fueron aquel primer torneo que gané con 8 años, con 9 puntos de 9 posibles, el Campeonato de España Cadete con 14, y la primera norma de GM.
También guardo un recuerdo muy especial del Open de Sevilla de 2015 en que me proclamé vencedor. Aquel torneo fue el broche a mi carrera, y nunca olvidaré aquella sala con más de 300 personas aplaudiéndome y reconociéndome.

Ernesto con trofeo (Ernesto con trofeo.png)

Aparte de una profesión ¿qué te ha aportado el ajedrez?
Seriedad, disciplina, madurez… Hacía que me organizara mejor el tiempo y me tomara las cosas más en serio, es decir, si tenía que terminar una tarea la hacía trabajando seriamente en media hora y a otra cosa, mientras que otros quizá la hacían en dos horas mirando la tele. El ajedrez también te hace ser analítico, autocrítico, meticuloso… te acostumbra a una manera rigurosa de hacer las cosas porque hay que hacerlo así delante del tablero, lo que genera un hábito desde la infancia y esos patrones se trasladan inconscientemente a la vida. También he detectado que, en situaciones de la vida donde la gente tiende a ponerse nerviosa y perder el control, yo me mantengo calmado analizando todas las opciones a mi disposición. Y eso lo he adquirido inconscientemente y mediante un juego.
¿El ajedrez puede doler?
El ajedrez duele, y mucho, porque cuando pierdes, no hay excusas. Pero es un dolor positivo, porque el rival gana con tus mismas armas, por lo que te hace respetar plenamente al otro, independientemente de su género, edad, nacionalidad o estrato social. A la vez, ese dolor te da madurez para afrontar las cosas. Ahora tendemos a que los niños no conozcan el dolor, la pérdida o la frustración, pero inevitablemente llegan en la vida y, si no nos hemos expuesto a ellos, si no sabemos afrontarlos debidamente, pueden desarbolarnos por completo. En ese sentido el ajedrez es una especie de sistema inmunitario emocional, que te expone a pequeñas cantidades de esas emociones y te enseña a gestionarlas debidamente.